miércoles, 18 de marzo de 2009

la casita de la montaña II

Continuo el relatillo, más que nada para que ningun chico se haga esperanzas, ni ninguna chica se lleve la desilusion de que soy homosexual. jejeje
El día habia empezado muy bien, como deberían empezar todos los dias. Era sábado, nos duchamos y pasamos la mañana preparando una buena parrillada, pues habíamos quedado para comer con Javier Braciá y Oriol Santos, una pareja de mi trabajo. Llevaban poco tiempo saliendo, pero se les veia muy enamorados, el caso es que poco antes de la hora prevista llamaron a Jorge porque habían pinchado y no tenían rueda de repuesto. Así que este tuvo que ir a por ellos ( 80km, nada menos) a ayudarles a poner la que nosotros llevábamos. Calculamos que tardarían un par de horas entre unas cosas y otras, así que me quedé encargado de prepararlo todo para cuando llegasen.
Me había propuesto hacer algo especial, habia tiempo de sobra, así que me adentré en el bosquecillo de pinos en busca de ramas secas y piedras grandes para, por la noche, hacer una hoguera fuera de la cabaña. Así fue como conocí a Natalia, una chica de 19 años que estaba con sus padres en la cabaña de al lado nuestro y que tambien había salido a pasear por los alrededores.
Al verme se asustó un poco, más que nada se sorprendió ya que no esperaba ver a nadie por ahí. La chica era delgada, con el pelo castaño y largo hasta la cintura, y unos ojos negros que parecía que te estaba mirando el pensamiento mismo. Llevaba puesto un camisón estampado en flores que, con la luz del dia, transparentaba su silueta entreviendo un cuerpo casi perfecto, con unos pechos grandes y firmes que parecían posarse suavemente sobre su ropa. Las piernas delgadas y fuertes ocultaban tras de sí un culo firme pero carnoso y la leve barrigita que le salia, le daba un toque absolutamente sensual. Tal fue la estampa que me pareció ver a la misma Artemisa, con su virginidad intacta y belleza sobrenatural.
Al vernos me adelanté hacia ella un segundo, con tan mala pata que tropecé con una piedra y caí haciendome un pequeño rasguño en la rodilla, que estaba al descubierto ya que llevaba pantalones cortos.
Ella, al verme caer, vino hacia mi y se ofreció a curarme la rodilla. Fuimos a su cabaña, donde deberían haber estado sus padres, pero se excusó diciendome que habian ido a comprar al mercado del pueblo más cercado.

Me senté en una silla con la pierna sobre otra silla y ella trajo un poco de agua oxigenada y algodon para curarme la herida. Al acercarse a mi sentí su olor, vivo y como a hoja húmeda del bosque, se arrodilló para curar la herida y por el escote pude ver cómo sus senos se movieron ligeramente al agacharse. Me curó la herida que apenas sangraba, y me dio un pequeño beso en la minuscula cicatriz. Sentí sus carnosos labios en mi pierna y cómo con la mano derecha acariciaba mi otra pierna. Entonces empezó a darme pequeños besos en la pierna alrededor de la herida, mientras que poco a poco iba subiendo hacia el muslo, siempre acariciandome con la otra mano la pierna que estaba posada en el suelo, pero subiendo tambien las caricias hacia el otro muslo. Pronto no pudo seguir besando la pierna sin encontrarse con mi pantalon, así que, mientras su mano derecha se acercaba más y más a mi entrepierna, sus mejillas se toparon irremediablemente con mi pene (ya totalmente erecto y quiriendo salir del pantalon). Mientras con las mejillas acariciaba mi polla suavemente por encima del pantalon, por debajo sentí como sus pequeñas manos llegaban a mi miembro y lo agarraban. En ese momento, con la mano que le quedaba libre me desabrochó la cremallera y mi pene salió de golpe, como un muelle sale de la caja en la que está encerrado a presión. Sin pensarselo dos veces, sus labios recorrieron mi polla desde la base a la punta, mientras que al mismo tiempo sujetaba mi miembro con sus suaves manitas y empezaba a mastrubarme.
Rápidamente comenzó a chuparmela. Su boca era húmeda y caliente, pero era pequeña, con lo que no podía metersela entera. Así que paseaba su lengua una y otra vez por mi glande y chupaba hasta donde podía mientras me miraba fijamente a los ojos.
La cogí cuidadosamente de los hombros, la puse en pié y le quité el camisón. Sus pechos cayeron firmes pero suavemente. Bajé con mi mano hacia su vagina, hasta tocar su clitoris totalmente húmedo, ella seguia cogiendome la polla con las dos manos, mientras yo le acariciaba el clitoris con una y le chupaba los pechos de forma apasionada y cuidadosa.
Nos acercamos a una pared, la puse de espaldas a mi y cara a la pared, su culo perfecto chocó con mi pelvis y le introduje la polla con total facilidad en su vagina chorreante de sexo. La atraía hacia mi con mis dos manos posadas en su cadera, mientras ella se apollaba con las manos en alto sobre la pared, y sentía como mi pene llegaba al fondo de su coño en cada impulso.
En un acto de pasion, la acerqué a la cama y la tumbé boca arriba, dejando su culo justo en el borde de la cama. Me agaché y puse sus piernas sobre mis hombros, acerqué mi cabeza a su sexo y lo empecé a lamer suavemente, primero por los alrededores sin tocar el clitoris y cuando sentía que ella estaba ya ansiosa y excitada, chupaba con la lengua su vagina y mordisqueaba suavemente su clitoris jugando con él entre mis labios, mi lengua y mis dientes. Mi mano izquierda la cogia por el culo y mi mano derecha acariciaba sus pechos. Ella se convulsionaba de placer mientras me apriosinaba la cabeza entre sus muslos, jadeaba y se movia de arriba abajo.
Empecé a subir de su clitoris hacia el ombligo, al mismo tiempo que con mi mano derecha le metía los dedos en el coño suavemente, mientras seguia sugentandola del culo y besandola cada vez más arriba hasta llegar a la boca. Momento en el que le introduje la polla con total facilidad. Sentí que entraba perfectamente, como si fueran dos piezas de un mismo puzle. Empecé a empujar para que sintiera mi pene dentro de si lo máximo posible, la cogí de los tobillos y le puse las rodillas sobre sus pechos, ahora podía meter la polla hasta la base sin complicaciones. Ella sentía cada impulso mio más fuertemente que el anterior, yo sentía que iba a estallar de placer. Empujandola hasta que no cupiera más pene dentro de ella, sentí que me corria. Saqué la polla y me corrí encima de su cuerpo desnudo, sobre sus pechos y su abdomen. Me pidio que le volviera a meter la polla, que quería sentirme un momento más. Se la volví a meter, todavia estaba semierecta, y sentí cómo las contracciones de su vagina atrapaban y soltaban mi pene al ritmo de la respiracion placentera, así nos quedamos hasta que mi pene se ablandó y lo saqué de dentro suyo. La besé en el cuello, ella se convulsionó durante un instante, y me abrazó entre sus piernas y sus manos.

Al salir de la cabaña de Natalia vi como llegaba el coche de sus padres. Me fui hacia mi cabaña y ya habian llegado Jorge, Oriol y Javier. Me dijo Jorge que Oriol y Javier estaban dentro, que no podían esperar más para follar, así que, mientras tanto, él y yo preparamos el fuego. Un fin de semana, sin duda, genial.

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